INTRODUCCIÓN
El
15 de agosto de 2021 Kabul fue tomada por los talibanes tras la retirada de las
tropas occidentales. Algunos autores, como Frías (2021: 3), se han atrevido
incluso a calificar el suceso como una
fecha histórica, en el sentido de que representa de alguna manera un cambio de
época, como lo fue la caída del Muro de Berlín o los atentados de las Torres
Gemelas.
Tras
los atentados de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ataca
Afganistán con el objetivo de evitar que el país se convierta en refugio de
terroristas. En agosto de 2003, la OTAN envía la Fuerza Internacional de
Asistencia para la Seguridad (ISAF) cuya misión era entrenar y fortalecer las
fuerzas de seguridad afganas. En 2014, Obama da por terminada la misión y la OTAN
deja Afganistán limitándose a dar apoyo aéreo y formar a la policía afgana. Por
otro lado, Estados Unidos ha ido reduciendo paulatinamente sus tropas en
Afganistán: de 2011 a 2017 sus tropas pasaron de alrededor de 100 000 soldados
a 10 000. Durante el mandato de Trump, el número quedo en poco más de 2 000
soldados y se acuerda la retirada de las tropas occidentales entre mayo de 2020
y septiembre de 2021 (López-Lago, 2021).
El apoyo militar estadounidense se fue reduciendo y se buscó llegar a acuerdos con los talibanes. Sin embargo, de acuerdo a Ahmed Rashid (Alonso, 2021), han cedido demasiado y se han quedado sin recursos para negociar.
1. Intervención arrogante de Occidente
El
primer fracaso de las operaciones de la OTAN y el ejército estadounidense fue
no pensar en la población civil, ni la afgana ni la nacional[1].
El apoyo popular es un elemento primordial en la guerra, los estudios
retrospectivos de la guerra de Vietnam lo han sacado a relucir y es por algo
que la propaganda de guerra es tan importante.
El
plan de las tropas norteamericanas era conseguir primero un país estable,
seguro y sin terroristas, para después implementar la democracia: un claro error (López-Lago, 2021: 3). La
estrategia militar occidental se centró en crear un “ejército nacional”, una
difícil tarea debido a que Afganistán es un país sin identidad nacional (López-Lago,
2021). Además, debido a la falta de fuerzas locales de intervención rápida, dejaron
los pueblos afganos a merced de los guerrilleros talibanes.
López-Lago
(2021: 7) explica: la «arrogancia»
occidental de que todo tiene que ser un espejo de nuestra cultura supuso que no
se tuvieran en cuenta las particularidades culturales de Afganistán, sus
divisiones étnicas, su sociedad tribal, su falta de identidad nacional, etc. También
Stavridis, ex almirante de la marina de Estados Unidos, concluyó que el mayor
fallo de la intervención estadounidense y de la OTAN fue utilizar al ejército
estadounidense como modelo (López-Lago, 2021).
El general Gerald Templer
acuñó la expresión de luchar por los ‘corazones y mentes’ de la población
local; con los ‘corazones’ se refería a hacer creer que sus intereses estaban
cubiertos y con ‘mentes’ se refería a que se sintieran seguros. En este
sentido, Frías (2021) explica que las operaciones de contrainsurgencia, como la
que Estados Unidos llevó a cabo en Afganistán, necesitan de un relato que
cautive a la población civil.
El relato elegido fue la
promesa de un Afganistán democrático, igualitario y próspero; sin embargo, tras
veinte años de lucha, no se ha conseguido. Además, la democracia no es un
relato atractivo para la sociedad a la que se dirige debido a la estructura
tribal de la sociedad afgana. La victoria occidental resultaría en un cambio
radical de las estructuras sociales tradicionales afganas y una reforma
religiosa. Por tanto, la única oferta de Occidente es la prosperidad económica
y un Estado que funcione, algo que en 20 años no se ha logrado (Frías, 2021).
Por otro lado, el relato
de los talibanes promete un Estado basado en los valores islámicos, dominantes
en el mundo rural afgano, y tienen como prueba del favor de Alá su victoria
contra los soviéticos en 1984 (Frías, 2021).
En su empeño por mejorar
su imagen, las tropas occidentales construyeron escuelas, para una población
centrada en la agricultura que no necesita personal con estudios, e intentaron
sustituir el cultivo de opio por otros productos, sin éxito (Frías, 2021). Los
occidentales no buscan entender a quien se dirigen y fracasan en llegar a
ellos. OTAN y estadounidenses llevaron a cabo sus operaciones de acuerdo a sus
valores hacia una población con valores diferentes.
Debido a que Estados
Unidos no ha contado con el apoyo popular, los activos desplegados han sido
insuficientes, se han encontrado con restricciones en el desarrollo de
cualquier operación que pudiera suponer bajas y se han dedicado la mayoría de
los recursos a la protección propia (Frías, 2021). Además, les ha faltado el apoyo
exterior, con el que sí han contado los talibanes gracias a Pakistán.
2.
Todos
quieren formar
parte del nuevo orden mundial
El
conflicto afgano ha contado tradicionalmente con cuatro actores principales:
Estados Unidos, el gobierno afgano, Pakistán y los talibanes.
·
La misión de
Estados Unidos era evitar que los talibanes emplearan la violencia a través de
medios políticos, que reconocieran la Constitución afgana y que se comprometieran a no apoyar a Al
Qaeda (Setas, 2013).
·
El gobierno afgano
buscaba mantenerse en el poder.
·
Pakistán lleva
años tratando de conseguir una relación amistosa con Afganistán para proteger
su frontera oeste en caso de conflicto con la India. Asimismo, quiere evitar
cualquier tipo de influencia india en Afganistán.
Pakistán es un supuesto aliado norteamericano, sin embargo, desde el comienzo
del conflicto se le ha reprochado la ayuda que ha prestado a los talibanes. De
hecho, autores como Setas (2013) han llegado a afirmar que el rol de Pakistán
ha tenido mucho que ver con el fracaso de EE.UU. y la OTAN en Afganistán.
A Estados Unidos le interesa estar en buenos términos con Pakistán debido a su
potencia nuclear, que está siendo cortejada por China (Frías, 2021).
·
La posición de los
talibanes es más difícil de descifrar. Según las negociaciones con Estados
Unidos, desean que todas las tropas extranjeras abandonen el país, la
liberación de todos los prisioneros talibanes en Pakistán, Estados Unidos y
Afganistán, el reconocimiento internacional del movimiento talibán y el
levantamiento de las sanciones impuestas por las Naciones Unidas en 1999
(Setas, 2013).
Dentro del movimiento talibán se distinguen tres formas de pensar (Setas,
2013):
o Quienes consideran una tarea difícil imponer un
régimen basado en la ley islámica en Afganistán y temen una guerra civil tras
la retirada de las tropas occidentales;
o Quienes apuestan por negociar para mantener su poder
en la parte sur del país;
o Quienes no quieren negociaciones sino que luchan por
un movimiento global de yihad. Este grupo está conformado mayoritariamente por
las nuevas generaciones de talibanes que han crecido en campos de refugiados
pakistaníes y que han tomado parte del discurso de Al Qaeda.
La
realidad internacional está cambiando debido al auge de las nuevas potencias,
el declive de Europa, el repliegue estratégico de Estados Unidos y la aparición
de nuevos actores en la escena internacional. Nos dirigimos a lo que algunos
especialistas han denominado “un mundo pluripolar”.
La
aparición de nuevas potencias en el contexto internacional, destacando el grupo
al que Jim O’Neill bautizó como BRIC (Brasil, Rusia, India y China) en 2009 supone un contrapeso para la
hegemonía económica, militar y política de Estados Unidos.
López-Lago
(2021) enumeraba los países interesados en Afganistán: por motivos de seguridad
(Estados Unidos y Rusia), por lazos religiosos (Irán y Arabia Saudí) y por
interés de hegemonía y explotación de recursos (China).
China es un importante socio comercial de Afganistán ya que
le vende tecnología e infraestructuras a cambio de cobre y tierras raras. Pekín
ha establecido contactos diplomáticos con los talibanes días después de que
estos se reunieran con los norteamericanos. Los chinos temen que Afganistán se
convierta en base para los separatistas uigures, que cuentan con miles de yihadistas
activos en Afganistán alistados en las filas talibanas (López-Lago, 2021). Ahmed
Rashid afirmaba que China es el único país que tiene los recursos para beneficiarse
de los minerales pesados afganos, por tanto, será la gran ganadora de este juego (Alonso, 2021).
Rusia se ha beneficiado del miedo que Tayikistán,
Uzbekistán y Turkmenistán tienen a que radicales islamistas refugiados en
Afganistán vuelvan a sus países. Así, han enviado una advertencia a los
talibanes en los últimos meses al realizar maniobras militares conjuntas a gran
escala con tropas de Tayikistán y Uzbekistán a lo largo de sus fronteras con
Afganistán (López-Lago, 2021).
Irán se encuentra en una situación complicada ya que se
beneficia de la retirada de Estados Unidos de la región, pero su confesión chií
es contraria a los talibanes además de su afinidad con la etnia hazara, a la
que los talibanes han perseguido en el pasado. Esto último hace creer que
prestarán apoyo a las milicias afganas contrarias a los talibanes. Irán es el
gran competidor de Arabia Saudí por la hegemonía de Oriente Medio y Afganistán
cumplirá un papel fundamental en este enfrentamiento (López-Lago, 2021).
India ha abierto embajadas en territorio afgano, en
ciudades cercanas a la frontera pakistaní. Además, en 2013, era el segundo
inversor en Afganistán y, en octubre de 2011, firmó un acuerdo estratégico con
el país. Esto supone una amenaza para Pakistán, que ha tratado de firmar un
acuerdo del mismo tipo, sin éxito (Setas, 2013).
Se
espera que Rusia, China y Pakistán acepten la legitimidad de los talibanes
rápidamente (López-Lago, 2021).
Lo que ha ocurrido en Afganistán ha hecho despertar a la Unión Europea; se han dado cuenta de que en temas de defensa dependen demasiado de EE.UU. El responsable de la diplomacia europea Josep Borrell ha propuesto la creación de una fuerza militar de intervención rápida formada por 5 000 efectivos que tendrían que ceder los Estados miembros. Borrell ha afirmado: si no queremos depender de los otros, tenemos que desarrollar nuestras propias capacidades, lo tenemos que conseguir. Tenemos los ejércitos, tenemos los recursos, el problema es tener la coordinación y la voluntad de movilizarlos (Manresa, 2021).
CONCLUSIONES
El
entorno global actual es complejo, volátil y está rodeado de incertidumbre. Sin
embargo, en el caso de Afganistán el fracaso de la OTAN y EE.UU. se veía venir.
Y ahora que Estados Unidos está perdiendo su hegemonía, nuevas potencias reclaman
sus intereses en la región.
Estados
Unidos y la OTAN han fracasado en todos los sentidos en su acción militar en
Afganistán. Pero no solo se deben estudiar las maniobras estatales, sino que no
debemos olvidar cómo estas afectan a la población civil. Lamentablemente después del 11 de septiembre todo el pueblo afgano,
erróneamente identificado con el radicalismo islámico, se convirtió en víctima
de una criminalización (Asti, 2018).
Según
lo acordado en la Cumbre Mundial de 2005 de Naciones Unidas, los Estados tienen
la responsabilidad de proteger de acuerdo a tres pilares que se centran en las
poblaciones del propio Estado y en la seguridad de las poblaciones de Estados
que no logran proteger a sus ciudadanos.
La
prioridad de los Estados es la protección de sus ciudadanos y es, por
consiguiente, la razón por la que lo que más preocupa en Occidente es si los
talibanes atentarán en sus países. Pero, no deben olvidar a la población afgana,
de lo que se encargará la oleada de refugiados afganos que ya comenzado a
llegar a sus fronteras.
No obstante, no debemos olvidar que, históricamente, los talibanes no han sido seres diplomáticos. Sus convicciones religiosas les hacen creer que están por encima en términos de verdad y justicia moral (Setas, 2013).
BIBLIOGRAFÍA
Alonso,
A. (2021). “Entrevista/ Ahmed Rashid, autor de ‘Los Talibán’: “Europa sentirá
el impacto del avance de los talibanes en Afganistán porque la crisis de
refugiados es inevitable””, El
Independiente, 13 de agosto. Disponible en: https://www.elindependiente.com/internacional/2021/08/13/europa-sentira-pronto-el-impacto-del-avance-de-los-talibanes-en-afganistan-porque-la-crisis-de-refugiados-es-inevitable/ [Consultado el 15 de diciembre de 2021]
Asti, E. (2018).
“Afganistán en los tiempos de los talibanes. Una mirada retrospectiva”. Nómadas: Revista Crítica de Ciencias
Sociales y Jurídicas, nº55, pp. 201-229. Disponible en: https://www.theoria.eu/nomadas/55.2018.2/emilioasti.pdf
[Consultado el 15 de diciembre de 2021]
Frías,
C.J. (2021). “Afganistán, ¿el fin de la contrainsurgencia?”. Documento de Opinión IEEE 95/2021.
Disponible en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2021/DIEEEO95_2021_CARFRI_Afganistan.pdf [Consultado el 15 de diciembre de 2021]
López-Lago
López-Zuazo, M. (2021). “Afganistán y el retorno del talibán”. Documento de opinión IEEE 95/2021.
Disponible en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2021/DIEEEO94_2021_MANLOP_Afganistan.pdf [Consultado el 15 de diciembre de 2021]
Manresa
Nogueras, J. (2021): “La UE explora crear una fuerza militar propia después de
la crisis en Afganistán”, Diari ARA,
3 de septiembre. Disponible en: https://es.ara.cat/internacional/ue-explora-crear-fuerza-militar-propia-despues-crisis-afganistan_1_4104208.html [Consultado el 17 de diciembre de 2021]
Memorias
de Pez (2021): “¿Qué está pasando en Afganistán? Resumen de la crisis de
Afganistán en 9 minutos”, [Vídeo Online], YouTube.
Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=PwVp2K2Hgww [Consultado el 15 de diciembre de 2021]
Setas, C. (2013). “Relations between Afghanistan and
Pakistan and the peace process with the Afghan Taliban”. Revista del Instituto Español de
Estudios Estratégicos, nº2. Disponible en: https://publicaciones.defensa.gob.es/media/downloadable/files/links/r/e/revista_ieee_2.pdf [Consultado el 15 de diciembre de 2021]
Smith, C. (n.d.) “The Great
Game and Afghanistan”, Library of
Congress. Disponible en: https://www.loc.gov/ghe/cascade/index.html?appid=a0930b1f4e424987ba68c28880f088ea [Consultado el 16 de diciembre de 2021]
Naciones
Unidas (n.d.): La responsabilidad de
proteger. Disponible en: https://www.un.org/es/chronicle/article/la-responsabilidad-de-proteger [Consultado el 21 de diciembre de 2021]
[1] El Chicago Council Survey realizado
en julio de 2021 muestra que más de dos tercios de la población norteamericana
considera que las tropas norteamericanas deberían “volver a casa” antes del 11
de septiembre (López-Lago, 2021).